A. LA IMPORTANCIA DE LA SEGURIDAD
En la
experiencia cristiana, la seguridad de que uno es salvo por la fe en Cristo es esencial
para el cumplimiento de todo el programa de crecimiento en la gracia y el conocimiento
de Cristo. La seguridad es asunto de experiencia y se relaciona con la confianza
personal en la salvación presente. No se debe confundir con la doctrina de la
seguridad eterna del creyente, que discutiremos en el próximo capítulo. La seguridad
eterna es una cuestión de doctrina, mientras la seguridad presente es un asunto
de lo que la persona cree en un momento dado acerca de su salvación personal.
La
seguridad presente depende de tres aspectos importantes de la experiencia:
1) comprensión
de que la salvación provista en Cristo Jesús es completa;
2) el testimonio
confirmatorio de la experiencia cristiana;
3) aceptación
por fe de las promesas bíblicas de la salvación.
B. COMPRENSIÓN DE LA
NATURALEZA DE LA SALVACIÓN
Para
tener una verdadera seguridad de salvación es esencial tener una clara comprensión
de lo que Cristo obtuvo por medio de su muerte en la cruz. La salvación no es
una obra del hombre para agradar a Dios, sino una obra de Dios en favor del hombre.
Depende completamente de la gracia divina, sin tener en consideración ningún
mérito humano. La persona que comprende que Cristo murió en su favor y proveyó
una salvación completa que se ofrece a cualquiera que cree sinceramente en Cristo,
puede tener la seguridad de su salvación en cuanto cumple la condición de confiar
en Cristo como Salvador. En muchos casos la falta de seguridad se debe a una comprensión
incompleta de la naturaleza de la salvación. Una vez que se ha comprendido que
la salvación es un obsequio que no puede obtenerse por esfuerzos humanos, que
no puede merecerse y que está disponible como un don de Dios para todo aquel
que la reciba por fe, se ha echado una base adecuada para la seguridad de la
salvación, y la cuestión se resuelve por si sola en la respuesta a la pregunta
de si uno ha creído realmente en Cristo. Esta pregunta puede ser respondida por
las confirmaciones que se encuentran en la experiencia cristiana de una persona
que ha recibido la salvación.
Entre
las diversas realizaciones divinas que en conjunto constituyen la salvación de un
alma, la Biblia da un énfasis supremo a la recepción de una nueva vida de parte
de Dios. Más de 85 pasajes del Nuevo Testamento confirman este rasgo de la
gracia salvadora. La consideración de estos pasajes deja ver el hecho de que
esta vida impartida es don de Dios para todo aquel que cree en Cristo (Jn.
10:28; Ro. 6:23); es de Cristo (Jn. 14:6); es Cristo que mora en el creyente en
el sentido de que la vida eterna es inseparable de El (Col. 1:27; 1 Jn. 5:11,
12) y, por lo tanto, es eterna como El es eterno.
C. TESTIMONIO CONFIRMATORIO
DE LA EXPERIENCIA CRISTIANA
Basado
en el hecho de que Cristo mora en él, el creyente debe probarse a sí mismo si está
en fe (2 Co. 13:5); porque es razonable esperar que el corazón en que Cristo mora,
en condiciones normales, esté consciente de su maravillosa presencia. Sin embargo,
el cristiano no es dejado a merced de sus sentimientos e imaginaciones equívocos
en cuanto a la forma precisa en que se manifestará Cristo en su vida interior,
y esto queda claramente definido en las Escrituras. Esta revelación particular
tiene un propósito doble para el cristiano que está sujeto a la Palabra de Dios:
lo protege contra la suposición de que el emocionalismo carnal es de Dios— creencia
que ha encontrado muchos seguidores en la actualidad— y establece una norma de
realidad espiritual, para alcanzar la cual deben esforzarse constantemente los
cristianos.
Es
obvio que una persona inconversa, aunque sea fiel en su conformidad exterior a
la práctica religiosa, jamás manifestará la vida que es Cristo. De igual
manera, el cristiano carnal es anormal en el sentido de que no tiene modo de
probar por la experiencia que tiene la salvación. Aunque la vida eterna en sí
es ilimitada, toda experiencia cristiana normal es limitada por lo carnal (1
Co. 3:1-4).
El
cristiano carnal está tan perfectamente salvado como el cristiano espiritual, porque
ninguna experiencia, mérito o servicio forman parte de la base de la salvación.
Aunque aún sea un bebé, está en Cristo (1 Co. 3:1). Su obligación hacia Dios no
es ejercer la fe salvadora, sino someterse al propósito y voluntad de Dios. Es de
importancia fundamental comprender que una experiencia cristiana normal solo pueden
tenerla quienes están llenos del Espíritu.
La
nueva vida en Cristo que viene como resultado de ser salvo por la fe produce ciertas
manifestaciones importantes.
1. El
conocimiento de que Dios es nuestro Padre Celestial es una de las preciosas experiencias
que pertenecen a quien ha puesto su confianza en Cristo. En Mateo 11:27 se
declara que ninguno conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo lo quiera
revelar. Una cosa es saber algo acerca de Dios, experiencia posible en una persona
no regenerada, pero es algo muy distinto conocer a Dios, lo que solo puede ser
realizado en la medida que el Hijo lo revele, y <esta es la vida eterna: que
te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has
enviado> (Jn. 17:3). La comunión con el Padre y con el Hijo es algo conocido
solamente por quienes «andan en luz» (1 Jn. 1:7). Por lo tanto, una experiencia
cristiana normal incluye una apreciación personal de la paternidad de Dios.
2. Una
realidad nueva en la oración es otra experiencia confirmatoria que conduce a la
seguridad presente. La oración asume un lugar muy importante en la experiencia del
cristiano espiritual. Se convierte gradualmente en su recurso más vital. Por
medio de la acción interior del Espíritu que mora en él, el creyente ofrece
alabanzas y acciones de gracias (Ef. 5:18-19), y par obra del Espíritu es
capacitado para orar en conformidad con la voluntad de Dios (Ro. 8:26-27; Jud.
20). Además, es razonable creer que, puesto que el ministerio de Cristo en la
tierra y en el cielo ha sido y es en gran parte un ministerio de oración, la
persona en la cual El mora será guiada a la oración en forma normal.
3. Una
nueva capacidad para comprender las Escrituras es otra importante experiencia
relacionada con la salvación. Según la promesa de Cristo, el hijo de Dios entenderá
por obra del Espíritu las cosas de Cristo, las cosas del Padre y las cosas venideras
(Jn. 16:12-15). En el camino de Emaús, Cristo abrió las Escrituras a los que lo
oían (Lc. 24:32) y abrió los corazones de ellos a las Escrituras al mismo
tiempo0 (Lc. 24:45). Semejante experiencia, a pesar de ser tan maravillosa, no
es solamente para ciertos cristianos que gozan de un favor especial de Dios; es
la experiencia normal de todos los que están a cuentas con Dios (1 Jn. 2:27),
puesto que es una manifestación natural de Cristo que mora en el creyente.
4. Un
nuevo sentido de la pecaminosidad del pecado es una experiencia normal de la persona
que es salva. Así corno el agua quita todo lo que es ajeno e inmundo (Ez. 36:25;
Jn. 3:5; Tit. 3:5, 6; 1 P. 3:21; 1 Jn. 5:6-8), la Palabra de Dios desplaza
todas las concepciones humanas e implanta los ideales de Dios (Sal. 119:11), y
por la acción de la Palabra de Dios aplicada por el Espíritu, la manera divina
de estimar el pecado desplaza la estimación humana. Es imposible que Cristo,
que no tuvo pecado y sudó gotas de sangre al ser ofrecido como ofrenda por el
pecado, no produzca una nueva percepción de la naturaleza corrompida del pecado
en la persona en la cual mora, cuando tiene libertad para manifestar su
presencia.
5. Se
recibe un nuevo amor por los inconversos. El hecho de que Cristo murió por todos
los hombres (2 Co. 5:14- 15, 19) es la base que permite a Pablo decir: «De aquí
en adelante a nadie conocemos según la carne» (2 Co. 5:16). Dejando a un lado
todas las distinciones terrenales, él consideraba a los hombres, a través de
sus ojos espirituales, como almas por las cuales Cristo murió. Por la misma
razón, Pablo no cesaba de orar por los perdidos (Ro. 10:1) y de esforzarse por
alcanzarlos (Ro. 15:20), y por amor a ellos estaba dispuesto a «anatema,
separado de Cristo» (Ro. 9:1-3). Esta compasión divina debiera ser
experimentada por cada creyente lleno del Espíritu, como resultado de la
presencia divina en su corazón (Ro. 5:5; Ga. 5:22).
6. Se
experimenta también un nuevo amor por los salvados. En 1 Juan 3:14 se presenta
el amor por los hermanos como una prueba absoluta de la salvación personal.
Esto es razonable, ya que por la obra regeneradora del Espíritu Santo el creyente
es introducido a un nuevo parentesco con la casa y familia de Dios. Solo en ella
existe la paternidad verdadera de Dios y la verdadera hermandad entre los hombres.
El hecho de que la misma presencia divina esté en el interior de dos individuos
los relaciona en una forma vital y les otorga un lazo correspondiente de devoción.
El amor de un cristiano por otro es, de este modo, la insignia del verdadero discipulado
(Jn. 13:34-35), y este afecto es la experiencia normal de todos los que son
nacidos de Dios.
7. Una
base suprema para la seguridad de la salvación es la manifestación del carácter
de Cristo en el creyente. Las experiencias subjetivas resultantes debidas a la
Presencia divina no estorbada en el corazón se señalan con nueve palabras:
«Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza,
(Ga. 5:22- 23), y cada palabra representa un mar de realidad en el plano del
carácter ilimitado de Dios. Esta es la vida que Cristo vivió (Jn. 13:34; 14:27;
15:11), es la vida de semejanza con Cristo (Fil. 2:5-7) y es la vida que es
Cristo (Fil. 1:21). Debido a que estas gracias son producidas par el Espíritu
que mora en cada creyente, esta experiencia ha sido provista para todos.
8. Las
experiencias combinadas de la vida cristiana producen una conciencia de salvación
por fe en Cristo. La fe salvadora en Cristo es una experiencia bien clara. El apóstol
Pablo decía acerca de Si: «Yo sé a quién he creído» (2 Ti. 1:12). La confianza personal
en el Salvador es un acto tan definido de la voluntad y una actitud tan clara de
la mente, que difícilmente podría uno engañarse al respecto. Pero Dios tiene el
propósito de que el cristiano normal esté seguro en su propio corazón de que ha
sido aceptado por Dios. El cristiano espiritual recibe el testimonio del
Espíritu de que es hijo de Dios (Ro. 8:16). En forma similar, habiendo aceptado
a Cristo, el creyente no tendrá más conciencia de condenación a causa del
pecado (Jn. 3:18; 5:24; Ro. 8:1; He. 10:2). Esto no implica que el cristiano no
estará consciente del pecado que comete; se trata más bien de que está
consciente de haber sido aceptado eternamente por Dios por media de la obra de
Cristo (Ef. 1:6; Col. 2:13), que es la porción de todo aquel que cree.
Al
concluir la enumeración de los elementos esenciales de una verdadera
experiencia cristiana, debemos dejar claramente establecido que en todo ello
queda excluido el emocionalismo puramente carnal, y que la experiencia del
creyente será normal solamente cuando anda en la luz (1 Jn. 1:7).
D. ACEPTACIÓN DE LA
VERACIDAD DE LAS PROMESAS DE LA BIBLIA
1. La
confianza en la veracidad de la Biblia y en el cumplimiento cierto de sus promesas
de salvación es esencial para tener la seguridad de la salvación. Por sobre toda
experiencia y aparte de cualquier experiencia que el cristiano pueda tener experiencia que a menudo es muy indefinida a
causa de la carnalidad, se ha dado la evidencia permanente de la infalible
Palabra de Dios. El apóstol Juan se dirige a los creyentes en los siguientes
términos:«Estas cosas as he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo
de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna» (1 Jn. 5:13). Por medio de
este pasaje se da seguridad a todo creyente, carnal o espiritual por igual,
para que sepan que tienen vida eterna. Esta seguridad se hace descansar, no en
experiencias cambiantes, sino sobre las cosas que están escritas en la inmutable
Palabra de Dios (Sal. 119:89, 160; Mt. 5:18; 24:35; 1 P. 1:23, 25). Las
promesas escritas de Dios son como un título de dominio (Jn. 3:16, 36; 5:24; 6:37;
Hch. 16:31; Ro. 1:16; 3:22, 26; 10: 13), y así exigen confianza. Estas promesas
de salvación forman el pacto incondicional de Dios baja la gracia, sin
exigencia de méritos humanos, sin necesidad de experiencias humanas que prueben
su verdad. Estas poderosas realidades deben ser consideradas como cumplidas
sobre la única base de la veracidad de Dios.
2. Dudar
si uno realmente ha puesto su fe en Cristo y las promesas de Dios es destructivo
de la fe cristiana. Hay multitudes que no tienen ninguna certeza de haber hecho
una transacción personal con Cristo acerca de su salvación. Aunque no es esencial
que uno sepa el día y la hora de su decisión, es imperativo que sepa que ahora
está confiando en Cristo sin referencia al tiempo en que comenzó a confiar. El apóstol
Pablo afirma que está «seguro que [Dios] es poderoso para guardar mí deposito»,
esto es, lo que él había entregado a Dios para que se lo guardara (2 Ti. 1:12).
Obviamente, la cura para la incertidumbre acerca de si se ha recibido a Cristo
es recibir a Cristo ahora, teniendo en cuenta que ningún mérito personal ni
obra religiosa tiene valor: sólo Cristo puede salvar. La persona que no está
segura de haberse entregado a Dios pan fe para recibir la salvación que solo
Dios puede dan, puede remediar esta falta dando un paso definitivo de fe. Este
es un acto de la voluntad, aunque podría estar acompañado de la emoción y exige
necesariamente la comprensión de la doctrina de la salvación. A muchos ha
ayudado el decir en oración:«Señor, si nunca he puesto mi confianza en ti
antes, ahora lo hago.» No se puede experimentar una verdadera seguridad de
salvación si no hay un acto específico de recibir por fe a Cristo como
Salvador.
3. Dudar
de la fidelidad de Dios es también fatal para cualquier experiencia verdadera
de seguridad. Algunos no están seguros de su salvación porque no están seguros
de que Dios los haya recibido y salvado. Este estado mental normalmente es provocado
par la búsqueda de un cambio en los sentimientos en lugar de ponen la mirada en
la fidelidad de Cristo. Los sentimientos y las experiencias tienen su lugar, pero,
coma se dijo antes, la evidencia definitiva de la salvación personal es la veracidad
de Dios. La que El ha dicho, hará, y no es piadoso ni digno de elogio el que una
persona desconfíe de su salvación después de haberse entregado en forma definida
a Cristo.
4. La
seguridad de salvación, consecuente-mente, depende de la comprensión de la naturaleza
de la salvación completa de Dios para quienes ponen su con fianza en Cristo. En
parte, puede hallarse una confirmación en la experiencia cristiana, y normalmente
hay un cambio de vida en la persona que ha confiada en Cristo coma su Salvador.
Es esencial que comprenda que la seguridad de salvación depende de la certeza
de las promesas de Dios y de la seguridad de que el individuo se ha entregado a
Cristo pon fe confiando en que El cumplirá estas promesas. La persona que se ha
entregado de este modo puede descansan en que la fidelidad de Dios, que no
puede mentir, cumplirá su promesa de salvar al creyente par su divino poder y
gracia.
PREGUNTAS
1. ¿Cómo
puede usted distinguir la doctrina de la seguridad presente de la doctrina de
la seguridad eterna?
2. ¿Por
qué es importante la seguridad de la salvación?
3. ¿Cómo
se relaciona la seguridad de la salvación con el significada de la muerte de Cristo?
4. ¿En
qué forma se relaciona la seguridad con el conocimiento de que la salvación es un
dan?
5. ¿En
qué forma se relaciona la seguridad con el conocimiento de que la salvación es por
gracia solamente?
6. ¿Es
razonable suponer que un cristiano sabrá que es salvo?
7. ¿Hasta
qué punto estará sujeto a la pérdida de su seguridad de salvación un cristiano
carnal?
8. ¿En
qué forma se relaciona la seguridad con el conocimiento de que Dios es nuestro
Padre Celestial?
9. ¿En
qué sentido constituye la realidad de la oración una experiencia confirmatoria de
la salvación?
10.
Relacionan la capacidad de entender las Escrituras con la seguridad de la salvación.
11. ¿En
qué sentido se relaciona la percepción de la pecaminosidad del pecado con la seguridad
de la salvación?
12. ¿En
qué forma constituye una base para la seguridad la salvación el amar par los perdidos?
13. ¿Por
qué da seguridad de salvación el amor por otro cristiano?
14.
Relacionan el fruto del Espíritu con la seguridad de salvación.
15. ¿En
qué forma ayuda a la seguridad de la salvación el poner la fe en Cristo en un acto
definido?
16. ¿En
qué forma se relaciona la aceptación de las promesas de salvación en la Biblia con
la seguridad de salvación?
17. ¿Es
necesario saber el momento exacto en que el creyente confió en Cristo?
18. ¿Es
importante saber que ahora uno confía en Cristo coma su Salvador?
19. ¿Qué
debe hacen una persona si no tiene la seguridad de la salvación?
20. ¿Qué
relación hay entre la seguridad de la salvación y la fidelidad de Dios?