Incluso para un lector ocasional de la Biblia, pronto se pone de manifiesto que está leyendo un libro fuera de lo usual. Aunque cubre miles de años de la historia humana y está escrita por más de cuarenta escritores humanos, la Biblia no es una simple colección de escritos, sino todo un Libro que posee una fascinante continuidad. Se le llama «La Biblia», de la palabra griega biblos, que significa «Un libro». Su extraordinaria característica es debida al hecho de que es ciertamente la Palabra de Dios, aunque haya sido escrita por autores humanos.
Se
ofrecen dos líneas de evidencia que apoyan la conclusión de que la Biblia es la
Palabra de Dios: 1) la evidencia interna; los hechos hallados en la propia
Biblia y la propia afirmación de la Biblia concerniente a su origen divino; 2)
la evidencia externa; la naturaleza de los hechos dados en la Escritura, que
apoyan su carácter sobrenatural.
A. EVIDENCIA INTERNA
En
cientos de pasajes, la Biblia declara o afirma por sí misma ser la Palabra de
Dios (Dt.
6:6-9, 17-18; Jos. 1:8; 8:32-35; 2 S. 22:31; Sal. 1:2; 12:6; 19:7-11; 93:5;
119:9, 11, 18,
89-93,97-100, 104-105, 130; Pr. 30:5-6; Is. 55:10-11; Jer. 15:16; 23:29; Dn.
10:21; Mt.
5:17-19; 22:29; Mr. 13:31; Lc. 16:17; Jn. 2:22; 5:24; 10:35; Hch. 17:11; Ro.
10:17; 1 Co.
2:13; Col. 3:16; 1 Ts. 2:13; 2 Ti. 2:15; 3:15-17; 1 P.1:23-25; 2 P. 3:15-16;
Ap. 1:2; 22:18).
Las Escrituras declaran, de muchas formas diversas, que la Biblia es la Palabra
de Dios y que su afirmación es clara e inteligible para cualquiera. La
afirmación constante de los escritores del Antiguo Testamento, los del Nuevo y
del propio Jesucristo, es que la Biblia es la inspirada Palabra de Dios. Por
ejemplo, el Salmo 19:7-11 declara que la Biblia es ciertamente la Palabra del
Señor, y nombra seis perfecciones, con sus seis correspondientes
transformaciones de carácter humano, que la Palabra cumple. Jesucristo declaró
que la Ley tiene que ser cumplida (Mt. 5:17-18).
En
Hebreos 1:1-2, no solamente se afirma que Dios habló en el Antiguo Testamento a
los profetas con palabra de Dios, sino que también lo hizo Su Hijo en el Nuevo.
La Biblia sólo puede ser rechazada Si se rechazan sus constantes afirmaciones
de ser la Palabra de Dios.
B. EVIDENCIA EXTERNA
La
Biblia no sólo afirma y reclama para sí el ser la Palabra de Dios, sino que
apoya estas afirmaciones por abundantes evidencias que han convencido con
frecuencia incluso a los lectores más escépticos.
1. LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA. Uno de los más sorprendentes y
extraordinarios hechos respecto a las Escrituras es que, aunque fueron escritas
por más de cuarenta autores que vivieron a lo largo de un período de más de
1,600 años, la Biblia es, no obstante, un Libro y no una simple colección de 66
libros. Sus autores proceden de los más diversos lugares y situaciones de la
vida; hay reyes, campesinos, filósofos, hombres de Estado, pescadores, médicos,
eruditos, poetas y agricultores. Vivieron en diferentes culturas, en diferentes
experiencias existenciales, y con frecuencia fueron completamente distintos en
carácter. La Biblia tiene una continuidad que puede ser observada desde el
Génesis hasta el Apocalipsis.
La
continuidad de la Biblia puede ser constatada en su secuencia histórica que comienza
con la creación del mundo presente hasta la de los nuevos cielos y la nueva tierra.
El Antiguo Testamento revela temas doctrinales tales como la naturaleza del propio
Dios, la doctrina del pecado, la de la salvación y el programa y propósito de
Dios para el mundo como un todo, para Israel y para la Iglesia. La doctrina
está progresivamente presentada desde sus principios en forma de introducción,
hasta su más completo desarrollo. El tipo está seguido por el anti-tipo, la
profecía por su cumplimiento. Uno de los temas continuados de la Biblia es la
anticipación, presentación, realización y exaltación de la persona más perfecta
de la tierra y los cielos, nuestro Señor Jesucristo. El relato de tan fascinante
Libro, con su continuidad de desarrollo, exige un milagro mucho mayor que la
inspiración en sí misma. De acuerdo con esto, los creyentes de la Escritura, si
bien reconocen la factura humana de varios de sus libros, su continuidad y su
guía se deben a la inspiración del Espíritu Santo.
2. LA EXTENSIÓN DE LA REVELACIÓN BÍBLICA. En su
manifestación de la Verdad, la Biblia es inextinguible. Al igual que un
telescopio, se adentra en el universo desde las infinitas alturas y
profundidades de los cielos, hasta la tremenda hondura del infierno y capta las
obras de Dios desde el principio hasta el fin. Como un microscopio, revela los más
diminutos detalles del plan y el propósito de Dios y la perfectísima obra de la
creación. Al igual que un estereoscopio, sitúa a todos los seres y objetos,
tanto si están en los cielos como en la tierra, en correcta relación, los unos
con los otros.
Aunque muchos
de los libros de la Biblia fueron escritos en los comienzos del conocimiento humano,
en una época en que sus autores ignoraban por completo los modernos descubrimientos,
lo que ellos escribieron, sin embargo, no ha sido nunca contradicho por
posteriores descubrimientos, y los antiguos escritos de la Escritura se hallan sorprendentemente
adaptados a modernas situaciones. En el amplísimo contexto de su revelación, la
verdad bíblica alcanza horizontes insospechados que van más allá del descubrimiento
humano, alcanzando, como de hecho lo hace, desde la eternidad del pasado, a la
eternidad del futuro, revelando hechos que sólo Dios puede conocer. No existe
otro libro en todo el mundo que haya intentado siquiera presentar la Verdad de un
modo comprensible como lo hace la Biblia.
3. LA INFLUENCIA Y
PUBLICACIÓN DE LA BIBLIA. Ningún otro libro ha sido jamás
publicado en tantas lenguas e idiomas, por y para tan diferentes pueblos y
culturas, como la propia Biblia. Sus páginas están entre las primeras que
fueron impresas cuando se inventaron las prensas de la moderna imprenta.
Millones de copias de la Escritura han sido publicadas en todas las principales
lenguas del mundo, y no hay una sola lengua escrita que no tenga, al menos, una
porción impresa de la Biblia. Aunque los escépticos, como el francés Voltaire,
infiel y herético, han predicho con frecuencia que la Biblia quedaría relegada
al olvido en el paso de una generación, e incluso autores del siglo XX han
pronosticado que la Biblia pronto sería un libro olvidado, lo cierto es que la
Biblia continúa publicándose en número creciente y en mayor número de lenguas
que antes. Otras religiones han sobrepasado a la Cristiandad en número de
seguidores, pero no han sido capaces de ofrecer ninguna revelación escrita
comparable a la Escritura. En nuestra época moderna, la influencia de la Biblia
continúa su ritmo de difusión incesante. Para los no salvos es la «espada del
Espíritu» (Ef. 6:17) y para los salvos es un poder efectivo, santificante y que
limpia de toda mancha (Jn. 17:17; 2 Co. 3:17, 18; Ef. 5:25, 2ó). La Biblia
continúa siendo la única base divina para la ley y la moralidad.
4. EL CONTENIDO DE LA
BIBLIA. El
carácter sobrenatural de la Biblia se aprecia en el hecho de que trata tan
libremente con lo desconocido y, desde luego, incognoscible, como con lo que es
conocido. Describe la eternidad en el pasado, incluyendo la creación antes de
que el hombre existiese. Se revelan la naturaleza y las obras de Dios.
En las
profecías bíblicas se manifiesta la totalidad del programa divino para el
mundo, para Israel y para la iglesia, culminando en esta última, que es eterna.
En cada materia presentada y descrita, sus declaraciones son decisivas,
concretas y están al margen del tiempo. Su naturaleza comprensiva ha hecho a
sus lectores sabios en la verdad que se relata tanto en el tiempo como en la
eternidad.
5. LA BIBLIA COMO
LITERATURA. Considerada como obra literaria, la Biblia es
también algo supremo. No solamente contiene la historia gráfica, sino la
profecía en detalle, la más bella poesía y el drama, relatos de amor y de
guerra, las especulaciones de la filosofía y cuanto se relaciona con la verdad
bíblica. La variedad de la producción de sus autores está contrastada por la
multiplicidad de sus materias. Ningún otro libro de literatura tiene tantos
lectores apasionados de todas las edades y de todos los. Grados de inteligencia
y erudición.
6. LA AUTORIDAD SIN
PREJUICIOS DE LA BIBLIA. El carácter humano de los autores de la Biblia,
carece de prejuicios en favor del hombre. La Biblia registra y señala, sin
vacilar, el pecado y la debilidad de los mejores hombres, y advierte
gráficamente a aquellos que confían en sus propias virtudes de su condenación
final. Aunque escrito por humanos, es un mensaje de Dios hacia el hombre, más
bien que un mensaje del hombre para el hombre.
Aunque
algunas veces habla de cosas terrenales y de experiencias humanas, también
describe con claridad y autoridad cosas tanto de los cielos como de la tierra,
visibles o invisibles; revelando hechos acerca de Dios, de los ángeles, los hombres,
del tiempo y de la eternidad; de la vida y la muerte, del pecado y la salvación,
del cielo y del infierno. Semejante libro no podría haber sido escrito por el hombre
-si hubiese tenido que elegir hacerlo, y aun de haber podido, nunca habría querido
hacerlo- al margen de la divina dirección. Por tanto, la Biblia, aunque escrita
por hombres, es un mensaje que procede de Dios, con la certeza, la seguridad y
la paz que sólo Dios puede proporcionar.
7. EL CARÁCTER SUPREMO DE
LA BIBLIA. Por encima de todo lo dicho anteriormente, la Biblia
es un libro sobrenatural que revela la persona y la gloria de Dios manifestada
en Su Hijo. Tal persona, Jesucristo, jamás pudo haber sido la invención de un
hombre mortal, ya que Sus perfecciones nunca podrían haber sido comprendidas ni
por los hombres más sabios y santos de esta tierra. El supremo carácter de la Biblia
está apoyado por su revelación del carácter supremo en la persona de
Jesucristo.
Como
consecuencia de la combinación de las cualidades sobrenaturales y procedentes del
hombre que entran en la composición de la Biblia, puede observarse una
similitud entre la Biblia como la Palabra escrita y el Señor Jesucristo como el
Verbo viviente.
Ambas
son sobrenaturales en origen, presentando una mezcla inescrutable y perfecta de
lo que es divino y de lo que es humano. Ambas también ejercen un poder de transformación
sobre aquellos que creen, e igualmente permitido por Dios como algo negativo y
rechazado por los que no creen. Las perfecciones divinas, impolutas y en toda
su grandeza que no sufre la menor disminución, están inmersas en ambos aspectos.
Las revelaciones que muestra son igualmente tan simples como la capacidad mental
de un niño, y tan complejas como los infinitos tesoros de la divina sabiduría y
el divino conocimiento, sostenidas por el Dios que las ha revelado.
PREGUNTAS
1. ¿Qué
significa la palabra «Biblia»?
2. ¿En
qué consisten las dos líneas generales de evidencia de que la Biblia es la
Palabra de Dios?
3.
Mencionar cinco pasajes del Antiguo Testamento y otros cinco del Nuevo en que
la Biblia declare o asuma por sí misma el ser la Palabra de Dios.
4.
Mencionar seis perfecciones, con sus seis correspondientes transformaciones,
del carácter humano que la Palabra cumpla de acuerdo con el Salmo 19:7-11.
5. ¿Por
qué es la continuidad de la Biblia una evidencia de su inspiración?
6.
¿Cuáles son algunas de las evidencias de la continuidad de la Biblia?
7. ¿En
qué difiere la Biblia de otros libros respecto a la expresión de su revelación
de la verdad?
8. ¿De
qué forma tiene relación la extensiva publicación de la Biblia con su poder transformador?
9.
Describir y relatar el carácter sobrenatural de la Biblia con relación a su
contenido.
10.
Evaluar la Biblia en su carácter literario.
11. ¿Cómo
puede ser relacionada la cualidad humana de su confección con la autoridad exenta
de prejuicios de la Biblia?
12. Relacionar
la Biblia como libro sobrenatural con Jesucristo como persona sobrenatural.