A. JESUCRISTO COMO TEMA.
Nuestro
Señor Jesucristo es el supremo tema de la Biblia. Leyendo la Escritura, sin embargo,
las perfecciones de Cristo en Su Persona y Su obra se hallan presentadas en
diversos aspectos.
1.
JESUCRISTO COMO CREADOR. Los
primeros capítulos del Génesis describen la creación del mundo como llevada a cabo por Dios, utilizando la palabra Elohim, la cual incluye a Dios el Padre, Dios el
Hijo y Dios el Espíritu Santo.
Sólo cuando se llega al Nuevo Testamento es cuando queda revelado claramente que todas las cosas
fueron hechas por Cristo (Jn. 1:3). De acuerdo
con
Colosenses 1: 16-17: «Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay
en los cielos y las que hay en
la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo
fue creado por medio de él y para él. Y él es
antes
de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.» Esto no quiere decir
que
Dios
Padre y Dios Espíritu Santo no tuviesen parte en la creación, pero se da a
Cristo el lugar principal como autor de la creación del universo. De acuerdo
con esto, las perfecciones del universo reflejan la obra de Sus manos.
2.
JESUCRISTO COMO EL SUPREMO GOBERNANTE DEL MUNDO. Puesto que El es el Creador, Jesucristo
ocupa también el lugar de supremo gobernante del
Universo. Puesto que la Escritura atribuye la completa soberanía al Dios Padre,
está
claro
que es Su propósito el que Cristo debería gobernar el mundo (Sal. 2:8-9). Es
propósito
de Dios que toda lengua tenga que confesar que Cristo es el Señor y que toda
rodilla
se inclinará ante, El (Is. 45:23; Ro. 14:11; Fil. 2:9-11). La historia del
hombre,
aunque
registra su rebelión contra Dios (Sal. 2:1-2), revela que Cristo está esperando
el
día en
que su completa soberanía queda expresada sobre la totalidad del mundo (Sal.
110:1).
El día llegará en que Cristo será el Señor de todas las cosas; será juzgado el
pecado
y la soberanía de Jesucristo revelada (Ap. 19:15-16).
En el
cumplimiento de su propósito Dios ha permitido que los gobernantes terrenales hayan
ocupado sus tronos. Grandes naciones e imperios se han levantado y han caído, tales
como Egipto, Asiria, Babilonia, el imperio Medo-persa, Grecia y Roma; pero el reino
final será el reino procedente de los cielos, sobre el cual Cristo ha de reinar
(Dn. 7:13-14).
No
solamente es Cristo el Rey que gobernará todas las naciones, sino que gobernará
en el trono de. David como el Hijo de David, y especialmente será el Rey de
Israel (Lc. 1:31-33). Esto, en particular, se hará evidente cuando El vuelva y
reine sobre la totalidad del mundo, incluyendo el Reino de Israel.
Su
soberanía está también expresada en su relación con la iglesia, de la cual El
es la cabeza (Ef. 1: 22-23). Como supremo gobernador del mundo, de Israel y de
la Iglesia (Ef. 1:20-21), Cristo es el Juez Supremo de todos los hombres (Jn.
5:27; cf. Is. 9:6-7; Sal. 72:1-2, 8, 11).
3.
JESUCRISTO COMO EL VERBO ENCARNADO. En el Nuevo testamento
especialmente, Jesucristo se revela como el Verbo Encarnado, La
personificación física de lo que es el propio Dios, y una revelación de la
naturaleza y
el ser
de Dios. En Cristo quedan revelados todos los atributos que pertenecen a Dios, especialmente
su sabiduría, poder, santidad y amor. Mediante Jesucristo, los hombres pueden
conocer a Dios en una forma más precisa y detallada que en cualquier otra forma
de la revelación divina. Jesucristo es el Verbo (Jn. 1:1). De acuerdo con lo
que
se dice
en Hebreos 1:3, Cristo, «siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,
habiendo
efectuado
la purificación de nuestros pecados, por medio de sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas». Es un propósito fundamental de Dios revelarse a sí
mismo a sus criaturas, mediante Jesucristo.
4.
JESUCRISTO COMO SALVADOR. En el drama de la historia, comenzando
con la creación del hombre, la caída y el fin con los nuevos cielos y la
nueva tierra, la obra de Jesucristo como Salvador es un tema prominente
de la Escritura. Cristo es la simiente prometida que conquistará a Satanás (Gn.
3:15). En el Antiguo Testamento, Cristo aparece descrito como el siervo de Jehová,
quien echará sobre sí los pecados de la totalidad del mundo (Is. 53:4-6; cf.
Jn.
1:29).
Como sacrificio por el pecado, El tiene que morir sobre la cruz y sufrir el
juicio
del
pecado de todo el mundo (1 Co. 15:3-4; 2 Co. 5: 19-21; 1 P. 1:1849; 1 Jn. 2:2;
Ap.
1:5).
Como Salvador, El no solamente es el sacrificio por el pecado, sino también nuestro
Sumo Sacerdote (He. 7:25-27).
Uno de
los propósitos centrales de Dios, como se revela en la Escritura, es el de proveer
la salvación mediante Jesucristo para una raza que está perdida. De acuerdo con
esto, desde el Génesis hasta, el Apocalipsis, Jesucristo es presentado en forma
suprema, como el único Salvador (Hch. 4:12).
B. LA HISTORIA DEL HOMBRE
EN LA BIBLIA
Aunque
la Biblia está fundamentalmente producida y diseñada para la glorificación de Dios,
también registra la historia del hombre, en estrecha relación con tal
propósito. La narrativa en la creación, en los primeros capítulos del Génesis
culmina en la creación de Adán y Eva. La Escritura, considerada como un todo,
contiene un plan de Dios y un propósito para la raza humana.
Conforme
van mostrándose los posteriores capítulos, los soberanos designios de Dios están
majestuosamente manifestados en la historia de la raza. Los inmediatos descendientes
de Adán y Eva son borrados de la faz de la tierra en el Diluvio, acaecido en
tiempos de Noé. En Génesis 10 se relata que los descendientes de Noé forman las
tres importantes divisiones de la raza humana. Después, los descendientes de
Noé también fallaron y fueron juzgados en la Torre de Babel, y Dios eligió a
Abraham para llevar a cabo su propósito de revelarse a sí mismo mediante el
pueblo de Israel.
Comenzando
en Génesis 12, el tema dominante de la Biblia es la aparición y la historia de
la nación de Israel. La mayor parte del Antiguo Testamento se ocupa de esta pequeña
nación, en relación con la masa de los gentiles que existen respecto a ella. En
los propósitos de Dios esto culmina en el Nuevo Testamento con la llegada de Jesucristo,
quien de forma suprema cumplió la promesa dada originalmente a Abraham de que
mediante su simiente todas las naciones del mundo serían bendecidas.
En el
Nuevo Testamento emerge otra importante división de la Humanidad, esto es, la iglesia
como el cuerpo de Cristo, comprendiendo tanto a judíos como a gentiles, quienes
creen en Jesucristo como su Salvador.
De esta
forma, el Nuevo Testamento se ocupa, en especial mediante los Hechos y las Epístolas,
de los procedimientos de Dios con la Iglesia. El libro del Apocalipsis es el gran
clímax de todo el contexto. La sucesión de los grandes imperios -comenzando con
Egipto y Asiria y continuando con Babilonia, el imperio Medo-persa, Grecia y
Roma tiene como culminación el Reino que viene de los cielos en la segunda
venida de Cristo.
Los
judíos y los gentiles, igualmente, se encuentran en el reino milenario con
Israel que ve las profecías cumplidas poseyendo la tierra bajo su Rey el
Mesías, y las naciones del mundo gozando también de las bendiciones del reino
milenial.
Mientras
que el tema de la Escritura se centra en Jesucristo y relata la historia del mundo
para el propósito de Dios y su glorificación, las acciones más importantes de Dios
pueden, de acuerdo con ella, ser vistas en la demostración de su soberanía en relación
con las naciones, su confianza y fe en relación con Israel y su gracia con respecto
a la iglesia. La consumación de todo ello se encuentra en los nuevos cielos y la
nueva tierra, y la nueva Jerusalén. Y así la historia retrocede y empieza la Eternidad.
C. EL PROPOSITO DE LA
BIBLIA
De
acuerdo con la Palabra de Dios escrita, un propósito supremo se revela en todo
lo que Dios ha hecho o hará, desde el comienzo de la creación hasta la más
lejana eternidad. Este supremo propósito es la manifestación de la gloria de
Dios. Para este propósito fueron creados los ángeles, fue diseñado el universo
material que es como un reflejo de su gloria, y el hombre creado a la imagen y
semejanza de Dios. En la inescrutable sabiduría de Dios, incluso el pecado fue
permitido y provista la redención como una perspectiva hacia la realización de
tal supremo propósito.
El que
Dios manifieste su gloria está de acuerdo con sus infinitas perfecciones.
Cuando el hombre intenta glorificarse a sí mismo es siempre una cuestión
discutible, dada su imperfección. Para Dios, el manifestar su gloria es
expresar y revelar la verdad, que tiene una infinita capacidad de bendición
para la criatura. Puesto que Dios es infinito en su ser y absoluto en su
perfección, El merece la gloria infinita, y sería una injusticia de infinitas
proporciones si se le escatimara la completa expresión de tal honor y gloria que
son totalmente suyas. Al manifestar su gloria, Dios no está buscándose a sí
mismo, sino más bien expresando su gloria para el beneficio de la creación,
obra suya. La revelación de Dios a sus criaturas les ha proporcionado un objeto
valiosísimo para el amor y la devoción, ha proporcionado asimismo materia para
la fe, y la paz de la mente, y ha dado al hombre la seguridad de la salvación
en el tiempo y en la eternidad. Cuanto más comprenda el hombre la gloria de
Dios, mayor será la bendición que enriquezca su existencia y que se proporcione
a sí mismo.
Puesto
que la Biblia es el mensaje de Dios hacia el hombre, su propósito supremo es que
Él pueda ser glorificado.
LA BIBLIA
REFIERE:
1. Que «todas las cosas, las
que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean potestades, sean poderes; todo fue creado por medio
de él y para él» (para su gloria -Col. 1:16). Ángeles y hombres, el universo material
y toda criatura, todo ha sido creado para su gloria. «Los cielos declaran la gloria
de Dios» (Sal. 19:1).
2. La
nación de Israel es para la gloria de Dios (Is. 43:7, 21, 25; 60:1, 3, 21; Jer.
13:11).
3. Que la
Salvación es para la gloria de Dios (Ro. 9:23), ya que será una manifestación de
la gracia de Dios (Ef. 2:7) y es ahora una manifestación de la sabiduría de
Dios (Ef. 3:10).
4. Que
todo servicio tiene que ser para la gloria de Dios (Mt. 5:16; Jn. 15:8; 1 Co. 10:31;
1 P. 2:12; 4:11, 14). La Biblia, en sí misma, es el instrumento de Dios
mediante el cual El prepara al hombre de Dios para toda buena obra (2 Ti. 3:
16-17).
5. Que la
nueva pasión del cristiano es que Dios pueda ser glorificado (Ro. 5:2).
6.
Incluso la muerte del creyente se dice que es para este fin (Jn. 21:19; Fil.
1:20).
7. El que
sea salvo está destinado a compartir la gloria de Cristo (Jn. 17:22; Col. 3:4).
Tomada
como un todo, la Biblia difiere en su tema y propósito de cualquier otro libro existente
en el mundo. Se alza como algo glorioso, reflejando el lugar del hombre en la vida
y su oportunidad de salvación, el supremo carácter y la obra de Jesucristo como
Salvador, y proporciona, en detalle, las infinitas glorias que pertenecen al
propio Dios.
Es el
único libro que revela la criatura de parte de su Creador, el plan mediante el
cual el hombre, con todas sus imperfecciones, puede ser reconciliado en una
eterna coexistencia filial con el eterno Dios.
PREGUNTAS
1. ¿Qué
evidencia se encuentra de que Cristo ha participado en la creación?
2. ¿En
qué sentido es Cristo el supremo gobernante del mundo y cómo está expresado?
3.
Explicar cómo Cristo es la suprema revelación de Dios.
4.
Determinar la temática de la Escritura que trata a Cristo como Salvador,
incluyendo la mención de los pasajes del Nuevo Testamento
5 ¿De qué
forma registra la Biblia lo concerniente a la historia del hombre en el Génesis
1:1?
6. ¿Para
qué propósito escogió Dios a Abraham?
7. ¿En
qué manera culmina la historia de Israel en Cristo?
8. ¿Qué
nuevo propósito se revela en el Nuevo Testamento?
9. ¿Qué
grandes naciones caracterizan la historia?
10.
Distinguir los propósitos de Dios en su relación con las naciones, Israel y la
iglesia.
11 ¿En
qué medida revela la Biblia la gloria de Dios como su propósito supremo?