A. FORMAS DE LA REVELACIÓN DIVINA
La
Biblia tiene como objetivo y propósito el ser la revelación del ser, las obras
y el programa de Dios. Que un Dios infinito buscase el revelarse a sí mismo a
sus criaturas, es razonable y esencial para el cumplimiento de los propósitos
de Dios en la creación.
Es, por
otra parte, natural que los seres racionales intenten saber algo respecto al Creador
que les ha dado vida. Si el hombre es el más alto orden de las criaturas, que tiene
la capacidad de reconocer y tener una intima comunión con el Creador, es, por tanto,
también razonable esperar que el Creador se comunicase con sus criaturas, revelándoles
su propósito y su voluntad. Hay tres vías de máxima importancia y que han sido
utilizadas por Dios para revelarse a sí mismo.
1. LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA CREACIÓN. El
poder eterno y el carácter de Dios se revelan por las cosas que han sido
creadas (Ro. 1:20). El mundo de las cosas naturales, siendo una obra de Dios,
muestra que Dios es un Dios infinito en poder y sabiduría y que ha diseñado y
creado el mundo físico para un propósito inteligente. La revelación de Dios
mediante la Naturaleza, sin embargo, tiene sus limitaciones, al no aparecer claramente
manifestado el amor y la santidad de Dios. Mientras que la revelación en la
Naturaleza
es suficiente para que Dios pueda juzgar al mundo pagano por no adorarle como
su Creador, no revela un camino de salvación mediante el cual los pecadores puedan
ser reconciliados con un Dios santo, sagrado.
2. REVELACIÓN EN CRISTO. Una
suprema revelación de Dios fue suministrada en la persona y la obra de Cristo,
que nació en su debido tiempo (Gá. 4:4). El Hijo de Dios vino al mundo para
revelar a Dios a los hombres en términos que pudiesen comprender.
Por su
llegada como hombre mediante el acto de la encarnación, los hechos relacionados
con Dios, que de otra forma hubiesen sido muy difíciles para la comprensión
humana, se trasladan al limitado alcance de la comprensión y el entendimiento
humanos. Así pues, en Cristo, no sólo se revela el poder y la sabiduría de
Dios, sino también su amor, la bondad divina, su santidad y su gracia. Cristo declaró:
«El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9). En consecuencia, el
que conoce a Jesucristo, también conoce al Dios Padre.
3. LA REVELACIÓN EN LA PALABRA ESCRITA. La Palabra escrita de Dios es capaz, sin
embargo, de revelar a Dios en términos incluso más explícitos de los que puedan
ser observados en la persona y obra de Cristo. Como previamente se ha
demostrado, es la Biblia la que nos presenta a Jesucristo tanto como el objeto
de las profecías, como en su cumplimiento. Con todo, la Biblia va aún más allá;
dando detalles respecto a Cristo, muestra el programa de Dios para Israel, para
las naciones, así como para la iglesia, y trata de muchos otros temas de la
historia del género humano y del universo. La Biblia no sólo presenta a Dios
como su tema fundamental, sino que también nos muestra sus propósitos.
La
revelación escrita lo incluye todo en sí misma. Expone de la forma más clara y
convincente todos los hechos que conciernen a Dios y que están revelados en la Naturaleza,
y proporciona el único registro que atañe a la manifestación de Dios en Cristo.
También se extiende la divina revelación en grandes detalles que se relacionan con
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, los ángeles, los demonios, el hombre, el
pecado, la salvación, la gracia y la gloria. La Biblia, pues, puede ser
considerada como el complemento perfecto de la divina revelación de Dios,
parcialmente revelada en la Naturaleza, y más plenamente revelada en Cristo, y
revelada completamente en la Palabra escrita.
B. REVELACION ESPECIAL
A
través de toda la historia del hombre, Dios ha suministrado una revelación
especial.
Se
registran muchas ocasiones en la Palabra de Dios en que habla directamente al hombre,
como El lo hizo en el jardín del Edén, o a los profetas del Antiguo Testamento,
o a los apóstoles en el Nuevo. Algunas de estas revelaciones especiales fueron registradas
en la Biblia y forman el único y autorizado registro inspirado que tenemos de
tal revelación especial.
Una vez
completos los 66 libros de la Biblia, la revelación especial en el sentido ordinario
de la expresión parece haber cesado. Nadie ha sido capaz de añadir con éxito un
solo versículo a las Escrituras como declaración verdadera. Las añadiduras
apócrifas son claramente inferiores y sin la inspiración propiamente dicha que
caracteriza siempre todo escrito de la Escritura.
En
lugar de la revelación especial, sin embargo, una obra del Espíritu Santo ha caracterizado
especialmente la edad presente. Así como el Espíritu de Dios ilumina o arroja
luz sobre las Escrituras, hay una forma legítima de tiempo presente en la revelación
procedente de Dios, en la cual las enseñanzas de la Biblia se aclaran y se aplican
a la vida de los individuos y las circunstancias. Emparejada con la obra de iluminación
está la obra del Espíritu como guía, cuando las verdades generales escriturísticas
se aplican a las necesidades particulares de un individuo. Aunque ambas cosas
-la guía y la iluminación- son obras genuinas de Dios, no garantizan que un individuo
comprenda perfectamente la Biblia, o en todos los casos la comprenda adecuadamente
con la guía de Dios. Así, mientras que la iluminación y la guía son una obra
del Espíritu, no poseen la infalibilidad de la Escritura, puesto que los
receptores son seres humanos de por sí falibles.
Aparte
de esta obra del Espíritu de Dios, no obstante, al revelar lo que significa la Escritura,
no hay comprensión real de la verdad, como se declara en 1 Corintios 2:10. La
verdad de la Palabra de Dios necesita ser revelada a nosotros por el Espíritu
de Dios, y necesitamos ser enseñados por el Espíritu (1 Co. 2:13). Según 1
Corintios 2:14, «el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios, porque para él son locura y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente». En consecuencia, la Biblia es un libro cerrado, por
lo que respecta a su verdadero significado, para quien no sea cristiano y no
esté enseñado por el Espíritu. Ello requiere, además, por parte del individuo
estudioso de la Escritura, una íntima proximidad con Dios en la cual el
Espíritu de Dios sea capaz de revelar su verdad.
C. INTERPRETACION
Al
recibir la revelación que proviene a través del Espíritu Santo, en la forma en
que El enseña la Palabra de Dios a un creyente en Cristo, los problemas de
interpretación de la Biblia se hacen evidentes. Son necesarias ciertas reglas
básicas si se tiene que comprender la ciencia de la interpretación, llamada
«hermenéutica». Aunque existe confianza y seguridad en el Espíritu Santo para
la instrucción en la Palabra de Dios, hay ciertos principios que tienen que ser
enumerados.
1. EL PROPÓSITO DE LA BIBLIA COMO UN TODO. Al
interpretar la Biblia, cada texto tiene que ser tomado a la luz del contenido
total de la Escritura, para que la Biblia no se contradiga a sí misma.
2. EL MENSAJE PARTICULAR DE CADA LIBRO DE LA BIBLIA. La
interpretación de la Escritura necesita siempre tomar en consideración el
propósito del libro, del cual forma parte.
Un
estudio del Eclesiastés es, según esto, completamente diferente del de un libro
como el Apocalipsis, o los Salmos, y la interpretación tiene que estar en
relación con el propósito del libro.
3. A QUIÉN VA DIRIGIDO. Mientras
que toda la Escritura ha recibido por igual la inspiración de Dios, no toda
Escritura es igualmente aplicable. Muchas falsas doctrinas se han producido
mediante una errónea aplicación de la Escritura. De esta forma, la cuestión se
plantea en lo concerniente a quién se considera en un pasaje particular. Es preciso
distinguir la aplicación primaria y secundaria. La aplicación primaria puede extenderse
sólo al individuo o grupo a quien va dirigida la Escritura, como, por ejemplo,
la Epístola a los Gálatas o un salmo escrito por David. Hay casi siempre una segunda
aplicación, cómo las verdades particulares se producen el texto escriturístico
y que se descubre que tienen una aplicación general más allá de aquel a quien
están realmente dirigidas. Así, mientras la ley en el Antiguo Testamento está
dirigida a Israel, los cristianos pueden estudiarla con provecho como una
revelación de la santidad de Dios, cambiando algunos particulares en su
aplicación a nosotros.
4. EL CONTEXTO. Una de las importantes
consideraciones en la exposición de cualquier texto es considerar el contexto
inmediato. Con frecuencia esto proporciona la pista para lo que fue escrito
intencionadamente en esa declaración particular. La Escritura que precede y
sigue cualquier versículo dado ayuda al lector a comprender tal versículo en sí
mismo.
5. LAS ENSEÑANZAS SIMILARES EN OTRA PARTE DE LA
PALABRA DE DIOS. Ya que la Biblia no puede contradecirse
a sí misma, cuando se hace una declaración teológica en un versículo ha de
estar armonizada con cualquier otra declaración teológica similar en otra parte.
Esta es la tarea particular de la teología sistemática, la cual intenta tomar toda
la revelación divina y exponer de forma clara y convincente su contenido en una
forma doctrinal que no sea contradictoria de cualquier porción o parte de la
Sagrada Escritura. Con frecuencia, unos libros se complementan recíprocamente
con otros. Por ejemplo, el libro del Apocalipsis repetidamente depende para su
interpretación del libro de Daniel u otro del Antiguo Testamento, en sus
profecías. Si el Espíritu Santo es el autor de la totalidad de la Palabra de
Dios, lo que se dice en un lugar, debe ayudarnos a comprender lo que se dice en
otro, en la Escritura.
6. EXÉGESIS PRECISA DE LAS PALABRAS EN UN TEXTO
PARTICULAR. La Biblia fue escrita originalmente en hebreo y en
griego, y con frecuencia se presenta la dificultad de su correcta traducción.
Por tanto, el conocimiento del lenguaje original es muy necesario para
determinar con exactitud lo que dice el texto. Los estudiosos de la Escritura
que no disponen de esos recursos técnicos, pueden ayudarse frecuentemente por comentarios
y exposiciones hechos por autores capacitados para arrojar luz sobre un texto
particular. Aunque para la mayor parte de los propósitos una buena traducción
es suficiente, un estudioso que ponga cuidado en su esfuerzo se ayudará a veces
consultando trabajos de autoridades competentes, capaces de aclarar un texto específico.
Por
añadidura, para determinar el significado real de las palabras, la adecuada interpretación
asume que cada palabra tiene su significado literal normal, a menos que haya
buenas razones para considerarla como una figura del discurso. Por ejemplo, la tierra
prometida a Israel no debe ser considerada como una referencia al cielo, sino más
bien como una referencia literal a la Tierra Santa. Por la misma razón, las promesas
dadas a Israel no deberían ser espiritualizadas para aplicarlas a los creyentes
gentiles en Cristo. La regla de interpretación es que las palabras deben tener
su significado normal, a menos que el contexto indique claramente que se
intenta emplear una figura de dicción en el discurso.
7. PRECAUCIONES CONTRA LOS PREJUICIOS. Si bien
es adecuado para cualquier intérprete de la Escritura el aproximarse a un
pasaje con la convicción teológica que surge del estudio de la totalidad de la
Biblia, hay que tener cuidado en no retorcer el texto respecto a lo que no
dice, con objeto de armonizarlo con ideas preconcebidas. Cada texto debe hablar
por sí mismo, y ello hay que permitirlo incluso si deja temporalmente sin
resolver algunos problemas de armonización con otra parte de la Escritura.
Al
interpretar la Biblia, es importante considerar a la Escritura como una
comprensiva revelación que tiene como fin el ser comprendida por todos los que
son enseñados por el Espíritu. La Biblia tiene la intención de comunicar la
verdad, y cuando está adecuadamente interpretada, contiene en sí un sistema de
doctrina que es armonioso y no contradictorio.
PREGUNTAS
1. ¿Por
qué es razonable asumir que Dios haya deseado revelarse a sí mismo al hombre?
2. ¿Cuál
es la extensión y la limitación de la revelación en la Naturaleza?
3. ¿Hasta
qué extremo es Cristo una revelación de Dios?
4. ¿Por
qué ha sido la Palabra escrita necesaria para revelar a Dios completamente?
5.
¿Cuáles son algunos de los temas más importantes de la revelación divina y que
no pueden ser aprendidos en la Naturaleza?
6. ¿Qué
quiere significarse por revelación especial?
7. ¿Qué
obra del Espíritu ha reemplazado hoy la revelación especial y por qué es ello necesario?
8. ¿Por
qué es preciso tomar en consideración a la Biblia como un todo, al igual que el
mensaje particular de cada libro de los que componen la Escritura?
9.
¿Cuáles son los peligros de aplicar mal la Escritura, y por qué es preciso
distinguir la aplicación primaria y secundaria?
10. ¿A qué
se contribuye con el contexto de cualquier pasaje?
11. ¿Por
qué es preciso que la interpretación de un texto esté en armonía con otros pasajes
bíblicos?
12. ¿Hasta
qué extremo se requiere que la exégesis sea precisa?
13. ¿Hasta
qué extremo debería el significado normal de las palabras determinar el significado
de un pasaje?
14. ¿Cuál
es el peligro de los prejuicios al interpretar la Escritura?