A. EL SABADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Comenzando
con su propia obra en la creación, Dios decidió santificar, o separar, un
séptimo de todo el tiempo. Para Israel estableció el séptimo día como día de
reposo; el séptimo año, o año sabático, era el año en que la tierra debía
descansar (Ex. 23: 10-11; Lv. 25:2-7); el año cincuenta fue establecido como
año de jubileo en reconocimiento de las siete veces siete años. En diversos
detalles, el año sabático y el de jubileo eran tipos proféticos de la edad del
reino, que es la séptima y última dispensación y que se caracteriza porque toda
la creación disfruta del reposo sabático.
Aunque en
la era actual el día que ha de celebrarse se ha cambiado del séptimo al primer
día de la semana, se ha perpetuado la misma proporción en
la división del tiempo: un día de cada siete.
La palabra Sabbat
significa cesación, o reposo perfecto, de la actividad. Aparte del holocausto
continuo y de las fiestas, en ningún modo era día de adoración o
servicio.
En vista de
la difundida confusión que existe acerca del sábado, y especialmente en vista
del esfuerzo que algunos hacen por demostrar que está en vigor durante esta
era, es imperativo que consideremos cuidadosamente las enseñanzas de las
Escrituras acerca del sábado. Obtenemos un mayor grado de claridad cuando
consideramos el reposo en relación con diversos períodos de la historia.
En el
período que se extiende desde Adán hasta Moisés, está escrito que Dios reposó
al final de los seis días de la creación (Gn. 2:2-3; Ex. 20:10-11; He. 4:4).
Pero en la Palabra de Dios no hay una orden en el sentido de que el hombre esté
obligado a observar, o que haya observado, un reposo antes de la salida de
Israel de Egipto.
El libro de
Job revela la vida y la experiencia religiosa de los patriarcas, y aunque se
discuten las diversas responsabilidades hacia Dios, no hay referencias a la
obligación de observar el sábado. Por otra parte, se afirma claramente que la
institución del reposo, por medio de Moisés, al pueblo de Israel fue el
comienzo de la observancia del sábado entre los hombres (Ex. 16:29; Neh. 9:14;
Ez. 20:12).
De igual
modo, por lo que está escrito acerca de la primera imposición del reposo (Ex.
16:1-35), es evidente que el día anterior al primer día de la semana en
que se celebró el primer reposo los hijos de Israel hicieron un viaje de muchos
kilómetros que quebrantaba el reposo, al ir desde Elim hasta el desierto de
Sin. Allí murmuraron contra Jehová, y desde aquel día comenzó la provisión de
pan del cielo, el que debía recolectarse seis días a la semana, pero no el
séptimo día. Es evidente, pues, que el día del viaje, que debió ser de reposo,
no fue observado como tal.
En el
período que se extendió desde Moisés hasta Cristo, el sábado estuvo en vigor
por ley. Estaba incluido en la ley (Ex. 20:10-11), y la cura divina para su no
observancia fue proporcionada asimismo en la ley de las ofrendas. Es importante
observar, en esta conexión, que el sábado jamás fue impuesto sobre los
gentiles, pero fue peculiarmente una señal entre Jehová e Israel (Ex. 31:12-
17). Entre los pecados de Israel se destaca especialmente la falta de
observancia del reposo y el no haber dado sus reposos a la tierra.
En medio de
este período de la ley, Oseas predijo que, como parte de los juicios que iban a
caer sobre Israel, iban a cesar sus sábados (Os. 2:11). Esta profecía debe
cumplirse en algún tiempo, porque la boca de Jehová lo ha hablado.
La era
anterior continuó hasta la muerte de Cristo, así que su vida terrenal y su
ministerio fueron bajo la ley. Por esta razón lo vemos guardando la ley, haciendo
una exposición de la ley y aplicación de la ley. Encontrando que la ley
del sábado estaba oscurecida por las tradiciones y enseñanzas de hombres,
señaló que el reposo había sido dado como un beneficio para el hombre, y que el
hombre no tenía que hacer del reposo un sacrificio (Mr. 2:27). Cristo fue fiel
a todo el sistema mosaico, que incluía el reposo, porque ese sistema estaba en
vigencia durante su vida terrenal; pero ese hecho obvio no es base para
pretender que un cristiano que está bajo la gracia y vive en otra dispensación
está obligado a seguir a Cristo en la observancia del séptimo día.
B. EL SABADO EN LA ERA
ACTUAL DE LA IGLESIA
Después de
la resurrección de Cristo no hay evidencias en el Nuevo Testamento en el
sentido de que el sábado haya sido observado por los creyentes, ni aun en forma
errada. Sin duda, la multitud de cristianos judaizantes observaban el reposo;
pero no aparece en la Palabra de Dios nada de ello por escrito. Del mismo modo,
después de la resurrección de Cristo no aparece ninguna orden a judío, gentil o
cristiano en el sentido de que deban guardar el sábado, ni se menciona el quebrantamiento
del día del
reposo en la numerosa lista de pecados posibles Por el contrario, hay advertencias
contra la observancia del reposo por parte de quienes son hijos de Dios bajo la
gracia.
Gálatas
4:9-10 condena la observancia de días, meses, tiempos y años. Normalmente estas
observancias tenían el objeto de merecer el favor de Dios por parte de
personas que a veces mostraban temor de Dios y otras veces lo olvidaban.
Hebreos
4:1-13 contempla el sábado como un tipo del reposo (de sus obras) en que el
creyente entra cuando recibe la salvación. Colosenses 2:16-17 instruye al hijo de
Dios a fin de que no sea juzgado respecto de días de reposo, e infiere que tal
actitud hacia el sábado es razonable en vista de todo lo que Cristo ha llegado
a ser para la persona que ahora pertenece a la nueva creación (Col. 2:9-17). En
este pasaje se hace referencia en forma muy evidente a los reposos
semanales, más que a los reposos extraordinarios a especiales que eran parte de
la ley ceremonial.
Romanos
14:5 declara que cuando el creyente está «convencido en su propia
mente» estima todos los días iguales. Esto no implica el descuido de la
adoración fiel, sino más bien sugiere que para tal persona todos los días están llenos de
devoción a Dios.
Debido al
hecho de que en el Nuevo Testamento el sábado jamás se incluye como parte de la
vida y el servicio del cristiano, la expresión «reposo cristiano»
es errada. En conexión con esto, se puede notar que en lugar del reposo de la
ley ahora se ha proporcionado el día del Señor de la nueva creación, que excede
en gloria, privilegios y bendiciones al reposo.
C. EL SABADO EN LA ERA
VENIDERA
En plena
armonía con la doctrina del Nuevo Testamento de que el nuevo día del Señor está
relacionado solamente con la iglesia, se profetiza que el día del reposo será
reinstituido, sucediendo al día del Señor, inmediatamente después de completado
el llamamiento de la iglesia y después de haber sido retirada ésta del mundo.
En el breve periodo de la tribulación entre el fin de esta dispensación y el
comienzo del reino se observará nuevamente el reposo (Mt. 24:20); pero la
profecía anuncia en forma especial que el sábado es una característica vital de
la edad del reino venidero (Is. 66:23; Ez. 46:1).
D. LA RESURRECCION DE
CRISTO Y EL PRIMER DIA DE LA SEMANA
El primer
día de la semana ha sido celebrado por la iglesia desde la resurrección de
Cristo hasta el presente. Este hecho lo prueban los escritos del Nuevo
Testamento, los escritos de los primeros padres y la historia de la iglesia. En
casi cada siglo ha habido quienes, no comprendiendo el propósito presente de
Dios en la nueva creación, han luchado fervientemente por la observancia del
reposo en el séptimo día. En la actualidad, los que se especializan en la
exigencia de la observancia del séptimo día combinan su llamado con otras
doctrinas anti-bíblicas. Puesto que el creyente, por designación divina, tiene
que observar el primer día de la semana bajo la nueva relación de la gracia, se
produce cierta confusión cuando este día se ve investido del carácter de las
leyes del reposo del séptimo día y se gobierna por ellas. Todas esas enseñanzas
ignoran la doctrina neo-testamentaria de la nueva creación.
E. LA NUEVA CREACION
El Nuevo
Testamento revela que el propósito de Dios en la actual dispensación no
prevista es el llamamiento de la iglesia (Hch. 15:13-18), y esta multitud
redimida es la nueva creación, un pueblo celestial. Aunque se indica que las
maravillosas perfecciones y glorias serán completadas para esta compañía como
un todo (Ef. 5:25-27), también se revela que ellos individualmente son los
objetos de las mayores
empresas y transformaciones divinas. De igual modo, como este cuerpo está orgánicamente
relacionado con Cristo (1 Co. 12:12), así el creyente individual está
vitalmente unido al Señor (1 Co. 6:17; Ro. 6:5; 1 Co. 12:13).
Acerca del
creyente individual, la Biblia enseña que:
1) en cuanto
al pecado, cada uno de los de esta compañía ha sido limpiado, perdonado y
justificado;
2) en cuanto
a sus posesiones, a cada uno se le ha dado el Espíritu que mora en ellos, el
don de Dios que es vida eterna, ha llegado a ser heredero legal de Dios y
coheredero con Cristo;
3) en cuanto
a posición, cada uno ha sido hecho justicia de Dios, por la cual es aceptado
en el Amado para siempre (2 Co. 5:21; Ef. 1:6), miembro del cuerpo místico de
Cristo, parte de su gloriosa esposa, participe vivo de la nueva creación de la
que Cristo es cabeza federal. Leemos: «Si alguno está en Cristo, nueva criatura
[creación] es; las cosas viejas [en cuanto a posición, no experiencia] pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto [cosas posicionales] proviene de
Dios» (2 Co. 5:17-18; cf. con Ga. 6:15; Ef. 2:10; 4:24).
Pedro,
escribiendo acerca de esta compañía de creyentes, afirma: «vosotros sois linaje
escogido» (1 P. 2:9), lo que significa que son una raza de nacimiento
celestial, de una nacionalidad distinta, simiente o calidad que ha sido
directamente creada por el poder de Dios. Engendró una raza que participó de su
propia vida humana y de sus imperfecciones, así Cristo, el segundo Adán, ahora
está engendrando por el Espíritu una nueva raza que participa de su vida y
perfección eternas. «Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer
Adán, espíritu vivificante [queda vida]» (1 Co. 15:45).
Habiendo
participado de la vida resucitada de Cristo, y estando en Cristo, se dice que
el creyente ya ha sido resucitado (Ro. 6:4; Col. 2:12, 13; 3:1-4). Sin embargo,
en cuanto al cuerpo, el creyente aún está por recibir un cuerpo glorioso como
el cuerpo resucitado de Cristo (Fil. 3:20-21). Confirmando esto, también
leemos que
cuando Cristo apareció en los cielos inmediatamente después de su resurrección,
él era como las primicias, implicando que toda la compañía de los que le sigan
será semejante a Él (1 Jn. 3:2), aun en lo que se refiere a sus cuerpos
glorificados.
La nueva
creación, que comenzó con la resurrección de Cristo y consiste
de una compañía de naciones de nuevo, celestiales que están en Cristo, se presenta
en todas partes de la Palabra de Dios en contraste con la antigua creación, y
se dice que de esa antigua y arruinada creación fue salvado y libertado el
creyente.
En cuanto
al sábado, o día del reposo, fue instituido para celebrar la antigua creación
(Ex. 20:10-11; 31:12-17; He. 4:4), así que el día del Señor conmemora la nueva
creación. Del mismo modo, en su aplicación el reposo estaba limitado a
Israel, el pueblo terrenal de Dios; así, el día del Señor está limitado en su
aplicación a la iglesia como pueblo celestial de Dios.
F. EL DIA DEL SEÑOR
Además del
hecho de que el día del reposo en ninguna parte se impone a los hijos de Dios
bajo la gracia, hay abundantes razones para que observen el primer día de la
Semana.
1. Estaba
profetizado que se instituiría un nuevo día bajo la gracia. Según Salmo
118:22-24 y Hechos 4:10-11, Cristo llegó a ser la Piedra desechada por Israel,
los «edificadores», cuando fue crucificado; pero por su resurrección fue hecho
cabeza del ángulo. Esta cosa maravillosa es de Dios, y el día de su
cumplimiento fue designado divinamente coma día de regocijo y alegría. En
conformidad con esto, el saludo de Cristo el día de la resurrección fue «Salve»
(Mt. 28:9, que más literalmente sería «regocijaos»), y siendo el «día que
instituyó Jehová» (Sal. 118:24, Versión Moderna), se denomina con toda justicia
«El día del Señor», que es el significado de la palabra domingo>.
2. Varios
sucesos señalan la observancia del primer día.
A) En ese día resucitó Jesús de entre los muertos (Mt. 28:1).
B) En ese día
se reunió con los discípulos en la nueva comunión (Jn. 20:19).
C) En ese día
les dio instrucciones (Lc. 24:13-45).
D) En ese día
ascendió a los cielos como las «primicias» a gavilla mecida (Lv. 23:10-12; Jn.
20:17; 1 Co. 15:20, 23).
E) En ese día
sopló sobre ellos (Jn. 20:22).
F) En ese día
el Espíritu Santo descendió del cielo (Hch. 2:1-4).
G) En ese día
el apóstol Pablo predicó en Troas (Hch. 20:6-7).
H) En ese día
los creyentes se reunieron para el partimiento del pan (Hch. 20:6, 7).
I) En ese día
debían apartar la ofrenda según Dios les hubiera prosperado (1 Co. 16:2).
L) En ese día
Cristo le apareció a Juan en Patmos (Ap. 1:10).
3. El octavo
día fue el día de la circuncisión. El rito de la circuncisión, celebrado en el
octavo día, tipificaba la separación del creyente de la carne
y del viejo orden por la muerte de Cristo (Col. 2:11), y el octavo día, siendo el
primer día después de completada una semana, es simbólico de un nuevo comienzo.
4. El nuevo
día es de gracia. Al final de una semana de trabajo se concedía un día de
reposo al pueblo que estaba vinculado con Dios por las obras de la ley;
mientras que para el pueblo que está bajo la gracia, cuyas obras están consumadas
en Cristo, se señala un día de adoración que, por ser el primer día, precede a
todos los días de trabajo. El creyente vive y sirve durante los seis días
siguientes sobre la base de la bendición del primer día.
El día de reposo pertenece a un pueblo que está relacionado con Dios
por las obras que tenían que ser cumplidas antes del reposo; el día de
adoración y servicio incesante corresponde a un pueblo que está relacionado con
Dios par la obra consumada de Cristo. El séptimo día se caracterizaba por una ley
intransigente; el primer día se caracteriza por la gratitud y la libertad que
corresponden a la gracia. El séptimo día se observaba con la esperanza de que
por él uno pudiera ser aceptable ante los ojos de Dios; el primer día se
observa con la seguridad de que uno ya ha sido aceptado por Dios. La observancia
del séptimo día era obra de la carne; la observancia del primer día es obra del
Espíritu que mora en el creyente.
5. El nuevo
día ha sido bendecido por Dios. A través de esta dispensación los creyentes más
llenos del Espíritu y más devotos, y a quienes la voluntad de Dios ha sido
claramente revelada, han guardado el día del Señor sin ningún sentimiento de
responsabilidad hacia la observancia del séptimo día. Es razonable suponer que
si hubiesen sido culpables de quebrantar el día del reposo, hubiesen recibido
convicción de pecado al respecto.
6. El nuevo
día ha sido entregado al creyente individual. No ha sido entregado a los
inconversos. Es ciertamente motivo de confusión para el inconverso darle lugar
para que suponga que será más aceptable a Dios si guarda un día; porque sin la
salvación que hay en Cristo todos los hombres están completa e igualmente
perdidos. Para beneficio de todos se ha establecido un día de reposo por razones
sociales y
de salud; pero los no regenerados debieran comprender que la observancia de ese
día no les añade ningún mérito ante los ojos de Dios.
No ha sido entregada a la iglesia como un cuerpo. La responsabilidad
de la observancia del primer día necesariamente ha sido entregada al creyente coma
individuo solamente, y no a la iglesia como un todo; el modo de su celebración
por el
individuo se sugiere en dos dichos de Jesús en la mañana de la resurrección:
«Regocijaos» («Salve» en Reina Valera) e «Id y decid». Esto pide una actividad
incesante en toda forma de adoración y servicio; tal actividad contrasta con el
reposo del séptimo día.
7. No se da
ningún mandamiento en el sentido de observar el primer día. Puesto que es toda
de gracia, no se impone un requerimiento escrito para la observancia del
día del Señor, ni se prescribe la forma de su observancia. Por esta sabia
provisión, a nadie se estimula a que guarde el día como un puro deber. Debe ser
observado de corazón. Israel estaba delante de Dios como un niño inmaduro que
está bajo tutores y curadores y tiene necesidad de los mandamientos que se dan
a un niño (Ga. 4:1-11); la iglesia está delante de Dios como hijo adulto.
La vida del creyente bajo la gracia es claramente definida, pero es
presentada solamente como ruego de Dios con la esperanza de que todo será hecho
voluntariamente (Ro. 12:1, 2; Ef. 4:1-3). Hay pocas dudas en cuanto a la forma
en que un creyente bien instruido, lleno del Espíritu (y la Escritura da por
concedido que el cristiano normal es así), actuará en el día que conmemora la
resurrección de Cristo y la nueva creación. Si el hijo de Dios no está rendido
a Dios, ninguna observancia obligatoria corregirá su carnal corazón, ni sería
esa observancia agradable a Dios. El problema entre Dios y el cristiano carnal
no es de acciones externas, sino de una vida rendida.
8. El modo de
observancia del día del Señor puede ser extendida a los demás días. Cristo no
era devoto a su Padre en un día más que en otros. El reposo del séptimo
día no podía ser extendido a todos los días por igual. Pero, aunque el creyente
tenga más tiempo y libertad el primer día de la semana, su adoración, gozo y
servicio que caracterizan la observancia del día del Señor podría ser su experiencia
cotidiana (Ro. 14:5).
PREGUNTAS
1. Explicar
la provisión en Israel de un día de reposo, un año sabático y un
año de jubileo.
2. ¿De
qué período era típico el año sabático?
3. ¿Qué
significa la palabra «sábado»?
4. ¿Cuál
es el antecedente del reposo antes de la ley de Moisés?
5. Según
las Escrituras, ¿cuándo se observó por primera vez el sábado, y por quiénes?
6. ¿Se
exigió a los no israelitas que observasen el día del reposo?
7. ¿Qué
hizo Cristo con el reposo?
8. ¿Hay
alguna evidencia escrita después de Pentecostés de que los cristianos hayan guardado
el reposo, o de que se les haya ordenado observarlo?
9. ¿Por
qué consideramos incorrecta la expresión «reposo cristiano»?
10. Según la
profecía, ¿cuándo
se observará nuevamente el reposo?
11. ¿Por
qué observan los cristianos el primer día como día del Señor?
12.
¿Cuáles son algunas de las características sobresalientes de la nueva creación?
13. ¿A qué
comunidad está limitada la observancia del día del Señor?
14. ¿Fue
profetizada la observancia de un nuevo día?
15. ¿Qué
sucesos importantes ocurrieron el primer día de la semana?
16. ¿En
qué forma está relacionado el primer día de la semana con la circuncisión?
17. ¿Qué
contraste hay entre la observancia del séptimo día y la observancia del primer
día en cuanto a significado?
18. ¿Cómo
explica usted el hecho de que no hay mandamiento acerca de la observancia del
primer día y de que no haya regulaciones en cuanto a la forma de su observancia?
19. ¿En
qué sentido podría extenderse a cada día la observancia del día del Señor?